Señor, haz que reconozca tu presencia en mi vida

Lectura:

“Jesús les dijo: «Muchachos, ¿tienen algo para comer?». Ellos respondieron: «No». Él les dijo: «Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán». Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: «¡Es el Señor!»” (Jn 21, 5-7).

Meditación:

Dios se ocupa de nuestras necesidades básicas, pregunta: “¿tienen algo qué comer?”. Pero no se queda en lo material, después nos llena de gozo espiritual, se hace presente en los corazones: “es el Señor”. Su presencia nos llena de alegría.

Reconocer la presencia de Cristo resucitado en nuestra vida, nos da la motivación para unificarnos interiormente y ser fecundos en la misión que tenemos encomendada. Solos, aunque seamos muchos, todo queda vacío. Cristo es el que genera comunidad, familia de Dios y nos hace hermanos entre nosotros.

Estar atentos a los movimientos interiores del Espíritu, «mociones», nos lleva a comunicar esperanza y a lanzarnos comprometidos al apostolado. El discípulo amado es el que reconoce que es Jesús; pero Pedro, es el que se tira al agua para postrarse a sus pies, adorarlo y luego arrastrar a los demás hasta Él.

Oración:

Señor, haz que reconozca tu presencia en mi vida.

Contemplación:

Jesús, quiero hacer todo con mi esfuerzo, estoy cansado… Yo estoy contigo, te acompaño siempre… gózate de mi presencia… Ayúdame a darme el tiempo para sentirte y verte… Escucha mi voz… aunque no me veas por el desorden del mundo… siempre estoy… Enséñame a sentir tu amor.

Acción:

Estar atento a las mociones en el corazón.

Hno. Javier Lázaro sc

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