Señor, dame un corazón abierto a tu amor

Lectura:

“Todo el pueblo que lo escuchaba, incluso los publicanos, reconocieron la justicia de Dios, recibiendo el bautismo de Juan. Pero los fariseos y los doctores de la Ley, al no hacerse bautizar por él, frustraron el designio de dios para con ellos” (Lc 7, 29-30).

Meditación:

Los publicanos en tiempo de Jesús eran los que cobraban los impuestos para los romanos, normalmente explotaban a la gente cobrando más de lo que correspondía y se lo quedaban ellos. Pero con la predicación de Juan Bautista se convierten.

Los fariseos y doctores, eran los que conocían las escrituras sobre la venida del Mesías; pero su corazón internamente estaba endurecido y no reconocieron el momento de gracia con la llegada de Jesús.

La salvación la necesitamos todos. Pero Cristo no se impone. Espera que acojamos su amor. Esto supone que tengamos un corazón humilde y que nos dejemos moldear. Necesitamos sabernos y sentir que somos pecadores, para que se dé un verdadero arrepentimiento y deseemos acoger la misericordia divina.

Oración:

Señor dame un corazón abierto a tu amor. Ayúdame a desear y vivir de tu misericordia.

Contemplación:

Me acerco a Jesús, que me mira compasivamente… me dejo afectar al ver que las personas sufren las consecuencias del pecado. Yo también estoy ahí. Siento que Jesús me salva y me envía a anunciar su Reino, la salvación. Siendo como mi corazón tiene sed de Dios y sólo en Él encuentra el descanso.

Acción:

Despierto mis afectos y reconozco mis pecados. Con humildad me pongo a los pies de Jesús y me dejo alcanzar por su misericordia.

Hno. Javier Lázaro sc

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