Señor, dame un corazón misericordioso

Lectura:

“Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso. No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros” (Lc 6, 36-38).

Meditación:

Ser misericordiosos, significa que estoy dispuesto a cargar con las miserias de los otros. Cristo ha sido misericordioso conmigo, ha cargado sobre sí todos mis pecados. Es una ofensa no confiar en su amor infinito, sin importar cuántas sean mis debilidades.

El don que he recibido de Dios, ahora lo puedo vivir con el prójimo. Saberme perdonado y amado me da la libertad de acoger al otro sin límites, siempre con el deseo de perdonar y ayudar a los necesitados.

La generosidad al darme y servir a los demás, hace que se multipliquen los dones y la alegría del corazón. En la medida que me cierro sobre mí mismo e ignoro a los demás, todo se atrofia, pierdo la libertad de darme e impido al Espíritu actuar por mí. Ayudar supone esfuerzo, pero me abre al crecimiento personal y me llena de alegría.

Oración:

Señor, dame un corazón misericordioso.

Contemplación:

Veo las miserias de mi corazón…me mira Jesús, se inclina sobre mí… me abraza, sana mi corazón sin preguntar nada… Me hace caminar con un corazón alegre…siento que he nacido de nuevo. Veo a las personas de alrededor (algunos con mal carácter, con adicciones, tristes, enfermos…) quiero ayudarlos… los recibo en mi corazón.

Acción:

Vivir la alegría de saberme amado.

Hno. Javier Lázaro sc

comentarios cerrados