Señor, dame vida con tu Palabra; que sea la luz en mi camino

Lectura:

“Jesús increpó al mal espíritu, diciendo: «¡Cállate y sal de este hombre!». Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño. Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí: «¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen»” (Lc 4, 35-36).

Meditación:

Jesús tiene compasión, se inclina hacia nuestro corazón, ve qué nos domina (la envidia, la ira, la lujuria…) y si se lo permitimos, nos libera. Su Palabra tiene Vida, nos sana, nos libera, nos da el aliento divino. La Palabra de Dios tiene su autoridad y poder; puede callar cualquier cosa que nos perturba o atormente.

La Palabra no es algo mágico; es comunión, es unión de Corazón a corazón. Necesitamos escuchar, acoger, rumiar, gustar… volver la mirada hacia Cristo. El hombre que está enfermo, al escuchar la Palabra, cae por tierra, pero para nacer de nuevo.

La Palabra de Dios nos llena de esperanza, pues está a nuestro alcance, es el alimento que necesitamos cada mañana, para transitar en la vida y llegar al Padre. Es preciso silenciar otros ruidos y darnos el tiempo para reflexionar y orar con la Palabra.

Oración:

Señor, dame vida con tu Palabra; que sea la luz en mi camino.

Contemplación:

  • Tengo muchos datos e información, pero me desorientan más y más.
  • Yo te doy mi Palabra…, guárdala en tu corazón…gusta mi amistad.
  • Quiero escuchar tu Palabra, para que engendres vida en mí.

Acción:

Meditar todos los días el evangelio.

Hno. Javier Lázaro sc

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