Señor, dejame entrar en tu Corazón, soy tuyo

Lectura:

“Uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua. El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean”

Meditación:

Hoy sábado santo acompañamos a María en su silencio y dolor. Ha visto el día anterior como traspasan el costado de Jesús. Pero Ella es la única de los presentes, que del costado de Cristo ve una nueva creación. Por el Agua, en el Bautismo, nos regala la vida divina y en la Sangre ve el regalo de la Eucaristía.

Del costado abierto, como de un nuevo Adán, nace su esposa la Iglesia. Con el Bautismo hemos quedado desposados espiritualmente con Cristo. La virginidad es la vocación definitiva, sólo le pertenecemos a Él; aunque en esta vida cada uno lo exprese según la vocación recibida.

Los casados, por el signo del sacramento del matrimonio viven la entrega a través de la otra persona, en la fidelidad. Los consagrados ya vivimos esta realidad que es eterna, nos entregamos plenamente a Cristo y sólo le pertenecemos a Él. En definitiva, todos estamos unidos a Cristo.

Oración:

Señor, déjame entrar en tu Corazón, soy tuyo.

Contemplación:

Acompaño a la Virgen María al pie de la Cruz… humanamente no aguantas más dolor…El Espíritu te sostiene en la fe y el amor… Ves a Cristo y aunque eres la Madre,… en nombre de todos los bautizados lo acoges, vuelves a decir SÍ… Miro la serenidad de María.

Acción:

Guardo silencio y estoy junto a María.

Hno. Javier Lázaro sc

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