Señor, quiero encontrarte, verte, abrazarte, adorarte

Lectura:

“Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: «Alégrense». Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él.

Y Jesús les dijo: «No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán»” (Mt 28, 9-10).

Meditación:

Las mujeres son las primeras que tienen la experiencia de encuentro con Jesús resucitado; pero son ellas las que lo buscan, pues sienten este vacío interior de su ausencia. La amistad con Él es tan intensa, que perciben que no se acaba con la muerte. Su corazón está preparado para el reencuentro y Jesús se les aparece resucitado.

No es una sugestión o algo virtual. Lo buscan realmente y Jesús se acerca. Por supuesto, que la realidad de lo que ven es superior a lo que imaginaban. Son dóciles al Espíritu Santo, que dispone su corazón para la alegría, la amistad, el abrazo y la adoración.

Quieren continuar esta vivencia y Jesús les muestra el Camino: el fuego interior lo tienen que comunicar a los otros – “avisen a mis hermanos”-. Con esta expresión Cristo inaugura una nueva relación espiritual, la fraternidad. Nos ha hecho hijos del Padre y hermanos entre nosotros.

Oración:

Señor, quiero encontrarte, verte, abrazarte, adorarte.

Contemplación:

Estoy triste, porque has muerto… pero guardo el recuerdo de tu amistad… El Padre me ha resucitado… ahora estoy de una forma nueva contigo… eres mi hermano… Siento que mi corazón estalla de alegría … tu Vida llena todo mi ser… quiero gozarme gritando la noticia de la resurrección.

Acción:

Gustar la alegría de la resurrección y la fraternidad.

Hno. Javier Lázaro sc

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