Señor, quiero ser tuyo, mi vida te pertenece

Lectura:

“Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él” (Jn 3,16-17).

Meditación:

Creer en Jesús es corresponder a su amor, que nos ha elegido para vivir en su amistad y llevar su Reino a todo el mundo. Sabernos y sentirnos amados por Dios, es el aliento divino que nos permite vivir y respirar de una forma nueva, llenos de confianza y alegría.

El Padre para demostrarnos su amor infinito, nos rescata entregando a su Hijo, al Único, al Amado y Predilecto; que muere y resucita por nuestro amor, para llevarnos al Padre y hacernos sus hijos. ¿Qué más puede hacer Dios para mostrarnos su amor? Nos quiere con un amor eterno.

Recibimos un amor puro, que siempre nos da libertad, nos acepta tal como somos… Ahora, es el momento para responder amando, entregándonos como ofrenda, viviendo sólo de la fe (nada de este mundo es comparable). Somos de Cristo, nos ha comprado con su Sangre y a Él nos entregamos.

Oración:

Señor, quiero ser tuyo, mi vida te pertenece.

Contemplación:

Jesús, algunas veces sólo me fijo en la aceptación social… me siento triste… Yo Soy el amor absoluto, quiero que estés en mi Corazón y que ardas en mi amor… Gracias porque me das la mirada de la fe que me permite ver más allá…

Acción:

Vivir la alegría de saberme amado.

Hno. Javier Lázaro sc

comentarios cerrados