Señor, toma mi corazón, quiero que sea tu morada para siempre

Lectura:

“Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él. Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén” (Lc 9, 51-53).

Meditación:

El evangelio de San Lucas, hace el relato como que Jesús inicia su vida pública en Galilea y se encamina a Jerusalén (Judea), donde consuma su entrega en la Cruz. Recorre un camino. Pero entre la provincia de Galilea y Judea, está Samaría, por donde deben atravesar, pero sus habitantes no lo reciben.

Los samaritanos eran considerados paganos, pues se habían aliado y mezclado con otros pueblos. Los discípulos le dicen a Jesús que ya que no le reciben, que haga llover fuego; pero Él, no se detiene, sigue el camino, respeta la libertad de todos. Llegará el momento de la conversión.

Jerusalén es la capital de Israel, y es símbolo de la presencia de Dios en medio de su pueblo. Ahora, la nueva Jerusalén es la Iglesia, a la que pertenecemos y que Cristo ha elegido para desposarse con cada uno de los bautizados.

Oración:

Señor, toma mi corazón, quiero que sea tu morada para siempre.

Contemplación:

  • Cuando no salen las cosas como las proyecto, entro en desconfianza.
  • Yo siempre realizo la Alianza y todo lo dispongo para tu bien.
  • Quiero hacer tu voluntad y responder a tu llamado.

Acción:

Hacer el bien que esté al alcance.

Hno. Javier Lázaro sc

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